En una era y en un país donde a menudo se cuestiona si los viejos clubes de fútbol deben seguir siendo asociaciones civiles sin fines de lucro, el Club Atlético Lanús se erige como un modelo a seguir. Desde hace más de 15 años, la institución del Sur del Gran Buenos Aires argentino ha demostrado una coherencia tal que le permite vivir un presente próspero y un futuro mejor.

Ahora, si algo le faltaba a Lanús para demostrar que con idoneidad y honestidad las cosas pueden hacerse bien, eso era un título. Y vaya si está cerca: a tres fechas del final, el Grana es líder del Torneo Apertura con tres puntos de ventaja sobre Boca. "Estamos muy satisfechos por esta campaña, pero el mejor premio sería coronarnos campeones", afirma su entrenador Ramón Cabrero. La frase parece hecha, pero tiene toda una historia detrás. Pase y conózcala...

Un club de barrio
El Club Atlético Lanús nació el 3 de enero de 1915, al fusionarse dos instituciones que atravesaban una crisis terminal, El Progreso y Lanús United. La nueva entidad nacía para practicar fútbol, tenis, cróquet, aviación, y gimnasia esgrima, entre otros deportes. Pero fue rápidamente el primero el que despertó la mayor pasión entre sus socios.

El origen del color granate de su camiseta es menos claro, aunque cada versión apunta a Europa como lugar de inspiración. Su primer campo de juego se encontraba en el corazón de Lanús Este, donde estuvo hasta comienzos de 1929. El 14 de febrero de ese año inaugura su nuevo estadio, que rápidamente adquiere el mote de La Fortaleza, debido a lo difícil era vencerlo allí.

Lanús participó del primer torneo de la era profesional del fútbol argentino en 1931, manteniéndose en primera hasta 1949. De regreso a la máxima categoría, logra en 1956 un meritorio segundo puesto detrás del poderoso River Plate. Aquel equipo era tan vistoso que recibió el apodo de Los Globbetroters, como el mítico conjunto de básquet norteamericano.

Toca fondo y resurge
Las décadas del '60 y '70 tuvieron más tristezas que alegrías. Descensos consecutivos en 1977 y 1978 lo llevan a la Primera C, tercera división en aquella época. Una deuda millonaria y una masa societaria de apenas 2,000 socios ponen en duda su futuro. Pero Lanús, como el Ave Fénix, resurgirá de sus cenizas.

En 1981, el Granate hace una campaña extraordinaria y logra el ascenso a Primera B, terminando la temporada con 10,000 socios y las finanzas en franca mejoría. En 1986 sube a la nueva B Nacional, paso previo a Primera División. Sus dirigentes aprovechan bien los resultados deportivos y elevan la cantidad de socios a 30,000. Las bases para el despegue están puestas.

Coherencia ante todo
De la mano de Miguel Russo, el mismo entrenador que hoy dirige a Boca Juniors, su principal rival en la lucha por el Torneo Apertura, Lanús retorna tras 13 años a Primera en 1990. Ese mismo año comienza a remodelar su estadio de madera. A pesar de descender en 1991, Lanús empieza a mostrar coherencia, manteniendo a Russo al frente del equipo. Así, vuelve a la máxima categoría en 1992.

Con la llegada de Héctor Cúper a la dirección técnica y la aparición de primeros productos de la cantera, como Ariel Ibagaza y Gastón Coyete (campeones mundiales sub-20 en Qatar 1995), Lanús termina tercero dos veces. Paradójicamente, sin haber ganado ningún torneo doméstico, logra en 1996 su primer título internacional, la Copa Conmebol.

Un año después asume Mario Gómez, otro técnico trabajador y de perfil bajo, quien se desempeñaba en la reserva (antesala del primer equipo). Bajo su conducción, Lanús finaliza segundo en el Clausura 1998 con 40 puntos, su mejor cosecha desde la implementación de los torneos cortos. Esta campaña valorizó de tal manera el plantel que Lanús terminó vendiendo jugadores por más de 15 millones de dólares.

En vez de gastarlos, sus dirigentes comprendieron que la mejor manera de crecer era invirtiendo el dinero en infraestructura y en las divisiones de base. Este proceso trajo, por supuesto, algunos pasos en falso, como en 2002, cuando Lanús debió revalidar su lugar en Primera. En 2003, sin embargo, ya había terminado las obras de su estadio, hoy uno de los más modernos de la Argentina.

El paso esperado
Ramón Cabrero era la pieza que faltaba para dar el salto. Cabrero nació en Santander, España, el 7 de noviembre de 1947. Hijo de un albañil que llegó a la ciudad de Lanús en 1950, empezó a jugar en club a los 14 años y debutó en primera a los 19. Dio sus primeros pasos como entrenador en sus inferiores, a donde volvió luego de un breve interinato al frente del equipo en 1984.

Allí seguía cuando en noviembre de 2005, Lanús se quedó sin director técnico. Cabrero puso el hombro, arriesgó promoviendo pibes del semillero y terminó armando un equipazo, que se consagró subcampeón del Clausura 2006. Además de clasificarse para la Libertadores 2008, fue actor clave del Apertura de ese mismo año, derrotando a Boca en la última fecha y posibilitando que Estudiantes, eventual campeón, alcanzara un inédito desempate con los xeneizes.

Es por todo esto que no extraña el presente de Lanús. Un puntero sólido, con jugadores claves nacidos en el club como Lautaro Acosta, reciente campeón mundial sub-20 en Canadá, o Diego Valeri, uno de los proyectos más interesantes del fútbol argentino. De hecho, de los 11 habituales titulares, 8 provienen de las inferiores.

"Lanús juega un fútbol claro y sencillo, que puede impactar en la vista no solamente de nuestros hinchas. Este equipo juega con personalidad y hace dos años que viene peleando cosas importantes. Estamos muy satisfechos por esta campaña, pero creo que el mejor premio sería coronarnos campeones". ¿Todavía sigue pensando que es una frase hecha?



fuente:www.fifa.com

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