El centroforward murió al anochecer.

MARTÍN MACCHIAVELLO MMACCHIAVELLO@OLE.COM.AR.

 

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Cuando el próximo sábado pongamos en el Amalfitani, casi seguramente si la tendencia no se modifica, la cabeza por cuarto partido consecutivo, se habrán cumplido cinco años del inicio del ciclo deportivo más glorioso del Club Atlético Lanús después del renacimiento conseguido en 1990 gracias a Miguel Angel Russo. Se trata, simplemente, de una efemérides, del primer partido del último ciclo de Ramón Cabrero como entrenador. A su lado estaba, quien como muchos todavía sostienen, Luis Zubeldía, “el pibe que le arma el equipo al viejo…”.

Pues bien, aquel equipo que empataba 1-1 contra Newell’s en Arias y Guidi con un golazo de Archubi, a pura comba y gran pegada, desde afuera del área, contó con Pelletieri y Aguirre, participantes del 0-3 contra Estudiantes. Y con otro detalle que no debería ser dejado de lado si fuese verdad aquella menta de Ramonín al gobierno y Luisito al poder: ese Lanús que se libraba de Pipo Gorosito después de un tristísimo 4-1 en River, jugó con el mendocino Coria y Claudio Graf como delanteros (Marquitos fue enganche). Como si fuera poco, con el 0-1, la ‘dupla’ metió en el entretiempo al Ogrito Fabbiani. En resúmen, en el primer juego de Zubeldía como co-entrenador, Lanús jugó con –al menos- un 9 de área aunque el gol llegó desde un viandazo de 30 metros. Hoy, cinco años después, el Grana no pisa el área y la media distancia no existe más.

En Quilmes, al Estudiantes que aún no recibió goles en su cancha prestada y que acabó con el arco invicto en diez de las 13 fechas (el viernes, con arquero suplente –Taborda- desde el minuto 7), casi le sacamos la máscara. Era tal el temor que Lanús causó en ese primer tiempo que Booonfield hubiese ganado 4-0 (cuatro llegadas, cuatro goles), que dejó callado al público por unos 85 minutos, cuando el nudo se le desató de la garganta. Silvio Romero jugó solo adelante. Jugó solo. Y se perdió, ya una particular costumbre, uno y mil goles. Y cómo habrá sido la cosa que lo suyo fue irreprochable. El cordobés hizo algo inédito: pisó el área, aquello que hacía, por ejemplo, el Pepe Sand y que terminaba habitualmente en gol. O en córner. O en infartos masivos. O en… Lo que sea. ¿Hace falta aclarar lo que es el área de enfrente hoy por hoy sin el correntino que pide a gritos volverse y que ningún mandamás pone el oído para, al menos, escuchar qué pretende?

Fuimos por un Salcedo devaluado. Y ahí está. Defendiendo con justicia a sus coterráneos pero sin hablar de goles. ¿Castillejos? Dos millones de dólares por un jugador de 21 partidos en Primera que la mete con escasez de minutos. ¿Romerito? Un proyecto interesante sin puntería y máximo goleador del equipo con… tres goles. Ni hablar de Leandro Díaz, el Pichichi de la Quinta, de 17 años, que era titular indiscutible, que mandó a Bielkiewicz a Atlanta, que jugó los partidos decisivos de la Copa Libertadores y que ahora se las agarra con los compañeros por patear un penal de viernes a la mañana, de Reserva, en City Bell. Y algún día –espero equivocarme- Eric Aparicio se sumará a esta lista. Biglieri y Menéndez, por ejemplo, ya no están. Ah, de paso, vale decir que el Polaco anoche metió gol y asistencia para el triunfo de Emelec…

Los goles de Estudiantes, para los que no tuvieron el gusto de sufrirlos desde esa pequeña tribunita Cervecera, fueron de baby fútbol. Principalmente, los primeros dos. Y no por lo bonito de la confección sino por la definición en el área chica, para empujarla. Ah, la Gata Fernández, demás está decir, no es un 9 de área. Pero estuvo ahí para empujarla. ¿Cuántas tuvo Romero? ¿No valen los goles en segunda jugada? ¿Cuántos rebotes nos quedaron dando vueltas por ahí y no había nadie para tocarla seca a la red? Entonces, ¿a qué jugamos? ¿Para quién jugamos? Ni prolijos en ataque ni prolijos en el medio ni prolijos en el fondo ni prolijos en el arco (¿cambio de arquero justo ahora?). Conclusión, ni prolijos en el banco.

Y volvimos a perder el partido de siempre, una derrota fotocopiada. Dominamos, nos perdemos mil goles, nos embocan, nos descontrolamos, nos vuelven a embocar, huele a goleada, nos golean, nos amonestan, nos expulsan. Entonces, entre la falta de gol, la falta de psicología, y la falta de salud (los siete desgarrados, la desgracia de Peralta…), seguimos despilfarrando chances y prestigio. Algunos parecen tener la cabeza en otro lado. Por suerte nos visitó en la semana José Meolans en la inauguración de la nueva pileta. A veces, parece que hacemos agua. Y visto y considerando que todo sigue igual en nuestras vidas, a lo mejor podemos probar con Terrell Taylor, nuestro pivot todo terreno del equipo de básquet, que al menos lleva cinco triunfos al hilo y que suele meter victorias importantes alguna vez…

El campeonato quedó lejísimos. Las Copas también. Entonces, a vegetar. Salvo que alguien ponga lo que haya que poner sobre la mesa, sobre la pizarra, sobre la cancha. Mientras tanto, si no hay aroma a cambios, si no pisamos el área, si nuestro centroforward muere al anochecer, hagamos lo posible para que las pildoritas no nos perforen el estómago. Ya todo nos cae mal. El proyecto, que era nuestra coraza, se está poniendo amarillento. ¿Cuál es el camino? ¿Quién se robó nuestra Filcar? Hace cinco años, un 13 de noviembre, en una fecha 14, empezaban tiempos de gloria. El próximo sábado, 13 de noviembre, en una fecha 14, seguiremos hablando de lo grande que fuimos, de lo grande que somos. Sin pensar nunca en cambiar. ¿Para qué, no? Si así estamos genial…

 

Fuente: Diario Ole.

 

 

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