En su nueva versión mostaza, Estudiantes pudo quedar como único puntero: dominó, pero le faltó definir el partido. Lanús se avivó, tuvo una y no lo perdonó.
JUAN MANUEL ALLAN | jallan@ole.com.ar
HOYOS DESPEJA Y BOSELLI SE TIRA CON ALMA Y VIDA. EL DELANTERO DEL PINCHA SE COMIÓ UN GOL INCREÍBLE. SEGURAMENTE, LO VA A LAMENTAR UN BUEN TIEMPO.
El que muestra la piel es Quintana. Biglieri lo levanta frente a la gente de Estudiantes. (LORENA LUCCA)
Es puntero. Y esto es lo que cuenta al final de la jornada. De todas maneras, desde los jugadores hasta el último hincha del planeta de Estudiantes deben haberse lamentado por el empate. Porque el Pincha lo tuvo, fue amor y señor de la pelota, tal vez hasta bajó un cambio porque vio que enfrente no pasaba nada. Un error. En esta versión mostaza, fue un pancho. Y Lanús, que había hecho muy poco, se lo empató de guapo, por un pelotazo al área. Increíble.
Y la bronca debe durar porque, nuevamente, Estudiantes había plasmado en la cancha ese famoso concepto de equipo, un ideal que persiguen todos los clubes, entrenadores, jugadores e hinchas. Fue interesante la facilidad que tuvo el Pincha, sobre todo en el primer tiempo, para ensamblar engranajes, para acomodar tuercas, para aceitar la máquina aun cuando le faltaran las piezas originales. "La Selección se llevó el corazón de Estudiantes", había dicho el DT. Sin Verón, Braña y Enzo Pérez, ese juego a un toque con una dosis de presión corría riesgo de extinción. No sucedió. Al contrario. Estudiantes se pareció al Estudiantes de siempre. Apenas tardó cinco minutos para acomodarse en la cancha y, luego, sacarle por completo el balón a Lanús.
En esa mini primavera, el team de Sabella encontró en Leandro Benítez el mejor reemplazante de Verón. Muy cerca de él, se ubicaron el chiquitín Núñez, velocista, imparable, que pecó de acelerado, porque si hubiese bajado un cambio seguramente habría hecho un descalabro mayor. Por ese sector derecho del ataque pincha, se gestó el mejor juego que se vio en la noche. De todas maneras, Carrusca también demostró movilidad e inteligencia: la mejor muestra fue el 1-0: tiro largo del arquero Taborda, Boselli-Carrusca-Boselli y el Chelo definió de zurda al primer palo. Una joyita del contraataque. Ojo, hay un tema para corregir con urgencia: Estudiantes volvió a ser el dueño de la pelota, pero no generó peligro en igual proporción. ¿De qué sirve tanta superioridad si no termina en la red?
Es probable que en Lanús se hayan percatado de esto. Porque luego de un arranque con una excesiva pasividad, salió a apretar un poquito. Mejoró Salvio, se desperezó la dupla de volantes centrales y, con el ingreso de Blanco y Aguirre, trató de empujar. Y, en una ráfaga fugaz, encontró el empate luego de un centro. Demasiado premio. Pero el fútbol es así, y Estudiantes, que había hecho pata ancha, se pasó de pancho. Y con mostaza.
Arco maldito.
Marchesín, sustituto de Caranta, terminó mal en un tobillo. Si bien Agustín Marchesín aguantó los 90 minutos, terminó con fuertes dolencias en el tobillo izquierdo. Y en Lanús temieron que el arquero no pudiera continuar porque Zubeldía ya había realizado los tres cambios. El juvenil se lesionó solo cuando fue a buscar una pelota ante el asedio de Calderón. Y pasado mañana le harán estudios para confirmar si se resintió del esguince. Por ese motivo el arquero jugó infiltrado para no desaprovechar la chance de entrar en lugar del también lesionado Mauricio Caranta, que estará afuera dos meses por una fractura en el húmero de un hombro.
Y la bronca debe durar porque, nuevamente, Estudiantes había plasmado en la cancha ese famoso concepto de equipo, un ideal que persiguen todos los clubes, entrenadores, jugadores e hinchas. Fue interesante la facilidad que tuvo el Pincha, sobre todo en el primer tiempo, para ensamblar engranajes, para acomodar tuercas, para aceitar la máquina aun cuando le faltaran las piezas originales. "La Selección se llevó el corazón de Estudiantes", había dicho el DT. Sin Verón, Braña y Enzo Pérez, ese juego a un toque con una dosis de presión corría riesgo de extinción. No sucedió. Al contrario. Estudiantes se pareció al Estudiantes de siempre. Apenas tardó cinco minutos para acomodarse en la cancha y, luego, sacarle por completo el balón a Lanús.
En esa mini primavera, el team de Sabella encontró en Leandro Benítez el mejor reemplazante de Verón. Muy cerca de él, se ubicaron el chiquitín Núñez, velocista, imparable, que pecó de acelerado, porque si hubiese bajado un cambio seguramente habría hecho un descalabro mayor. Por ese sector derecho del ataque pincha, se gestó el mejor juego que se vio en la noche. De todas maneras, Carrusca también demostró movilidad e inteligencia: la mejor muestra fue el 1-0: tiro largo del arquero Taborda, Boselli-Carrusca-Boselli y el Chelo definió de zurda al primer palo. Una joyita del contraataque. Ojo, hay un tema para corregir con urgencia: Estudiantes volvió a ser el dueño de la pelota, pero no generó peligro en igual proporción. ¿De qué sirve tanta superioridad si no termina en la red?
Es probable que en Lanús se hayan percatado de esto. Porque luego de un arranque con una excesiva pasividad, salió a apretar un poquito. Mejoró Salvio, se desperezó la dupla de volantes centrales y, con el ingreso de Blanco y Aguirre, trató de empujar. Y, en una ráfaga fugaz, encontró el empate luego de un centro. Demasiado premio. Pero el fútbol es así, y Estudiantes, que había hecho pata ancha, se pasó de pancho. Y con mostaza.
Arco maldito.
Marchesín, sustituto de Caranta, terminó mal en un tobillo. Si bien Agustín Marchesín aguantó los 90 minutos, terminó con fuertes dolencias en el tobillo izquierdo. Y en Lanús temieron que el arquero no pudiera continuar porque Zubeldía ya había realizado los tres cambios. El juvenil se lesionó solo cuando fue a buscar una pelota ante el asedio de Calderón. Y pasado mañana le harán estudios para confirmar si se resintió del esguince. Por ese motivo el arquero jugó infiltrado para no desaprovechar la chance de entrar en lugar del también lesionado Mauricio Caranta, que estará afuera dos meses por una fractura en el húmero de un hombro.
UN FESTEJO ALOCADO.
Quintana gritó por segunda vez
El festejo a nueve minutos del final fue el segundo grito propio de Carlos Quintana en Primera. Su debut en la red había sido en el Apertura 2008, en la victoria por 4 a 3 frente a Godoy Cruz. Anoche, el juvenil que le dio el empate a Lanús fue titular en lugar del uruguayo Jadson Viera, quien no pudo jugar por un golpe en la rodilla derecha.
El Grana sigue sin perder de visitante
Para Lanús todo es más fácil lejos de su casa. Los del Sur estiraron a cuatro fechas su invicto fuera de la Fortaleza, con tres empates (Argentinos 1-1, Atlético Tucumán 2-2 y Estudiantes 1-1) y una victoria (ante Huracán 2-1) en lo que va del Apertura.
El martes habrá dos pesados en Reserva
El partido irá el próximo martes, a las 15, en el Country de City Bell. Entre los juveniles estarán Alayes y Cellay, quienes se recuperaron de sus lesiones y necesitan sumar minutos de fútbol.
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Estudiantes empató con Lanús y comparte la cima
El Pincha, sin sus principales figuras, ganaba en cancha de Quilmes con gol de Marcelo Carrusca (PT 22m), pero el Granate emparejó por intermedio de Carlos Quintana (ST 36m) para obligarlo a quedar en la punta junto a Vélez.
El local tuvo en el arranque autoridad y un aceitado funcionamiento, contó con un movedizo y activo Mauro Boselli y un gran volumen de juego en la zona de creación, lo que complicó permanentemente a la visita, que no encontraba la pelota ni mucho menos reacción.
Una escapada de Leandro Benítez por derecha terminó con el primer aviso con un cabezazo de Boselli apenas desviado, y tras un córner desde la izquierda fue Leandro Desábato quien volvió a coquetear con la ventaja de cabeza para que esta vez se luciera Agustín Marchesín.
A los 22 minutos, Boselli se aprovechó de la lineal defensa visitante para habilitar en profundidad a Marcelo Carrusca, quien recostado sobre la izquierda definió por lo bajo al primer palo de Marchesín.
La única llegada del período en favor de los de Luis Zubeldía fue cuando Eduardo Salvio desbordó por derecha, mandó el pase atrás para Cristian Menéndez y Matías Sánchez alcanzó a desviar su remate.
Ya en el arranque del complemento se vislumbró un Lanús más adelantado, pero que no encontraba la fórmula para complicar. Por el contrario, pese a crecer de la mano de Salvio, Maximiliano Velázquez y Santiago Salcedo y a que los platenses no recuperaban en el medio, fueron estos últimos los que estuvieron cerca de aumentar con un tiro mordido de Boselli y un disparo alto de Leandro Benítez tras un off side que Javier Collado no advirtió.
Hasta que a los 36, Lanús alcanzó la igualdad en su única llegada clara del período. Tras un centro desde la derecha, peinó Salcedo y la pelota le cayó a Carlos Quintana en las narices de César Taborda para que le rompa el arco de un zurdazo.
Estudiantes parecía no tener resto y no aprovechó demasiado el tiempo que le quedaba. Apenas Boselli, con una media vuelta, obligó a Marchesín sobre el final a quedarse con la pelota que valía un empate.
El Pincha había pagado cara su estaticidad en el segundo tiempo y debía resignarse a compartir la punta, mientras que Lanús espera que el empate le sirva para dejar atrás sus pasos irregulares en el semestre.
Fuente: www.tycsports.com
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Empataron 1-1 en cancha de Quilmes. Carrusca abrió el marcador para el Pincha, pero en el complemento igualó Carlos Quintana para el Granate. Los de Sabella perdieron la chance de volver a ser únicos punteros y ahora lideran junto a los de Liniers, ambos con 17 puntos.
Por: Mario Rueda
LUCHA. Boselli intenta frente a la marca de Hoyos. (Télam)
Era un desafío relevante para el campeón de América. Este partido venía acompañado de una posibilidad grande: la de demostrar que un equipo, cuando tiene respaldo en el aspecto colectivo, hasta puede prescindir de algunos nombres decisivos. Al equipo de Alejandro Sabella le faltaron cinco titulares (por convocatorias y lesiones). Pero no sólo eso: entre ellos estaba casi todo el mediocampo, incluido su capitán y símbolo, Juan Sebastián Verón. Pero Estudiantes siguió siendo Estudiantes. Más allá de los nombres y hasta de los colores (utilizó una llamativa camiseta dorada, para evocar la conquista de la Copa Libertadores). La idea fue calcada de la que tantos resultados le dio en días cercanos. Un equipo convencido de que puede; que sabe cómo ir tras los pasos de un triunfo.
Fue mejor que Lanús en el primer tiempo. Sin brillar, es cierto. Pero con autoridad de equipo sólido, serio. Primero, avisó con dos cabezazos. A los ocho, a través de Mauro Boselli; dos minutos después, con Leandro Desábato, quien obligó a Agustín Marchesín a mostrar toda su agilidad para evitar el grito. Luego, ya a los 22 minutos, construyó una excelente jugada de arco a arco, que tuvo en Boselli al asistidor decisivo y en Marcelo Carrusca al autor del gol. Es difícil, además, jugar contra Estudiantes. Presiona, juega con intensidad, incomoda. Y ante un Lanús sin el juego agradable que exhibió en el último Clausura (lo peleó hasta la penúltima fecha y terminó tercero), supo consolidar su condición de equipo bravo. En la etapa inaugural, el equipo de Luis Zubledía apenas lo inquietó una vez en esos 45 minutos. Lo hizo a través de una buena jugada de Eduardo Salvio (su único intérprete desequilibrante) y una definición de Cristian Menéndez que se fue apenas desviado.
Para el segundo tiempo, aunque se hizo más parejo en cuanto al desarrollo, la sensación de solidez del equipo platense no se modificó. Esta vez, sin embargo, le faltó uno de sus rasgos: la contundencia. Tuvo posibilidades para liquidarlo, pero Boselli y Carrusca no supieron cómo, aunque estuvieron cerca. Y eso es un pecado que ante determinadas circunstancias y/o rivales se puede pagar con goles ajenos y con puntos perdidos. Y eso le sucedió a Estudiantes, bajo el cielo del Centenario de Quilmes.
Ese Lanús que no encontraba respuestas, que dudaba, que le faltaba profundidad, lo golpeó con el argumento de su tenacidad y de su constancia. Ya habían ingresado Marcos Aguirre, Sebastián Blanco y Santiago Biglieri. Probó todo lo que tenía a disposición. Y dejó a Matías Fritzler como único mediocampista de marca y se fue encima de su rival. Después de chocar, de no encontrar agujeros en la defensa rival, también empezó a tirar centros. Y en uno de esos centros, cuando quedaban nueve minutos, el ingresado Biglieri la mandó al corazón del área y del León, la bajó Santiago Salcedo por primera vez en la noche, la paró Carlos Quintana y definió con un remate fortísimo, de zurda. Sí, lo que parecía imposible, tomaba forma: Lanús le empató y hasta se animó a ir por más ante un Estudiantes que, a esa altura, había perdido la pelota. Y algo mucho peor: dos puntos fundamentales.
Fuente: www.clarin.com.ar
