La bolsa y la vida

MARTÍN MACCHIAVELLO - MMACCHIAVELLO@OLE.COM.AR

Pará flaco, pará. El fútbol es un juego. ¿Cómo me vas a meter la mano así, alevosa, a lo Gómez? Tené piedad. Si te estoy dando todo lo que ellos necesitan. Te pongo a un 4 que no es 4, a un 3 que no es 3, te juego con el lado B de nuestras figuritas. ¿Y encima me querés hacer eso? ¿Querés matar mi ilusión? ¿Degenerar un partido, un sueño, a los 7 minutos nomás? ¿Qué necesidad? Tomá, tomá mi billetera pero no me hagas nada. Tengo una gran familia. 35.000 socios y muchos hinchas en todo el país. Tomá. Agarrala. Hay poca guita, pero es toda bien habida. Si querés más, aunque algo turbia, andá ahí, a la otra vereda. Les faltan ídolos, se les van, pero en estos partidos, marca su historia, siempre pagan premio doble...

Mirá que yo te conozco flaco (a tus dos cómplices, no tanto, pero los recordaré por siempre). También lo conocía a tu viejo. Se parecen bastante, eh. Una vez, en el 89, inventó un penal en Chaco y nos arruinó un ascenso. Ojalá que de ahora en más, hasta que se retiren, hasta que dirijan la final de un Mundial, cada vez que un arquero dé un paso adelante en una definición, no duden en volver todo para atrás, eh. Como habrá sido de alevoso el nuevo bolsiqueo en ese pueblo lomense que el de ellos, su nuevo héroe (que la próxima temporada, seguro, será suplente en la casa central de Brandsen 805), ni siquiera reclamó...

No me hagas pensar cualquier cosa, que Dios no me lo permita. Pero posta, dejá de apuntarme. Vas a seguir quedando mal. Como cuando ante cualquier roce, cualquier pelota dividida, siempre señalabas para el mismo lado.

Entre vos y yo... Se notó. Y mucho. Porque valía simular, tirarse al piso en dupla, adicionar chirolas aunque el juego se parase un buen rato por las estratégicas bombas de estruendo, pero las amarillas eran para nosotros... ¿No viste cómo se calentaba la gente en la tribuna? Qué gran banda... Agotamos las entradas, les metimos casi el doble de lo querían en el chiquerito ese, y así, en el estado que nos dejaste, seguimos cantando hasta que la Policía nos echó. En bolas, pero cantando. Sin la bolsa y sin esa vida llena de ilusiones, pero orgullosos igual, aunque en la postal de enfrente no pudiesen comprenderlo.

Ojo, también nos despedimos felices por la alegría de ellos en el quinto minuto de descuento. Y era lógico: en el tercer intento, lograron su objetivo de poder desenrrollar una bandera... Al final, como a Regueiro, como a vos, les salió el tiro del final.

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